viernes, 23 de noviembre de 2012

El absurdo pecado de la desnudez


Hay algo innegable, y es que todos nacimos descaradamente desnudos. ¿En qué momento nuestro cuerpo dejó de inspirar ternura para convertirse en un instrumento «vergonzoso» que deba ocultarse? La explicación puede ser tan amplia y antigua como la historia misma de la humanidad. Básicamente se debe a una necesidad de preservación y abrigo. En las épocas prehistóricas el clima era verdaderamente inhóspito y los primeros hombres comenzaron a protegerse de los elementos cubriéndose con pieles de animales. La indumentaria fue evolucionando a lo largo de los siglos y de las culturas, incluso ha llegado a convertirse en un símbolo de poder para distinguirse entre los distintos grupos sociales. Es perfectamente entendible que como parte de la evolución se haya sofisticado el uso del vestido utilizando telas que se adapten mejor al tipo de clima, piel y de actividad. Pero hay quienes lo usan para crear una imagen de superioridad: reyes, monarcas, jueces, ministros de iglesias, etc. Por cierto, ¿alguien se imagina al Papa actual vistiendo de jeans, zapatos de goma y manga corta?, no lo creo, eso sería rebajarse al común de los humanos.

Ahora bien, es indudable el valor de las prendas de vestir, ya que entre otras cosas ayuda a mantener la higiene personal. No me veo sentándome en el sucio asiento del vagón del metro haciendo contacto directo con las nalgas (más aún sabiendo que ya otros han hecho lo mismo), pero sí cuestiono que sea un delito hacerlo. Nunca olvidaré que hace unos cuantos años, a una amiga europea se le ocurrió hacer topless en una playa de mi país (Venezuela); a los pocos minutos llegó un policía que quería meterla presa por “actos públicos inmorales”. Mi amiga obviamente no entendía nada de lo que estaba pasando, y me costó explicarle sobre la obtusa mentalidad de acá.

Como condicionamiento social, me parece totalmente ridículo que tengamos que usar chaqueta y corbata para trabajar en zonas tropicales con altas temperaturas -independientemente a que las oficinas tengan aire acondicionado-. Es increíble que tengamos que acatar estos códigos sociales en detrimento de nuestra comodidad. Todos sabemos lo incómodo que es pasar un día completo con un pedazo de tela amarrado al cuello. Más allá de la elegancia, en el fondo estás deseando que termine rápido la jornada para quitarte ese disfraz que en mala hora adoptamos de países fríos.

Pero obviamente no podemos olvidar la etiqueta: «vergonzoso», ¿de donde creen que se originó esta connotación?, pues claro: de las religiones. ¿Qué más representativo que el dogmatismo religioso para condenar, criminalizar, estigmatizar, señalar, etc.? No olvidemos que desde los orígenes del cristianismo se ha considerado el cuerpo humano como pagano y pecaminoso, y nuestros órganos sexuales como partes impuras. En este sentido, ¿cómo puede ser pecado algo que es imagen y semejanza de dios? Esta es una de las infinitas contradicciones religiosas. Pero lo más insólito es que esta creencia ha trascendido de forma tal que hemos llegado a criminalizar el desnudo por considerarlo inmoral y fuera de las buenas costumbres, ¿cómo demonios puede ser inmoral mostrar nuestra intimidad por completo? Quizá para muchos conservadores esto sería impensable: el poder salir un día de casa a comprar el periódico dejando que las pelotas se balanceen libremente (ellas también tienen derecho a sentir la frescura de la mañana), o que las mujeres puedan pasear sus mascotas por el parque con su hermoso pecho al descubierto y en completa armonía con la naturaleza.

Ni hablar de Adam y Eva, que cuando son representados en obras pictóricas aparecen con hojas de árbol cubriendo sus partes íntimas -la verdad es que la imaginación humana a veces puede ser muy pacata-. ¿Sería blasfemo dibujar a la Virgen María con su niño en brazos sin nada de trapos encima y mostrando sus senos?, seguro que sí, ¿cierto? ¿Podríamos imaginarnos a Jesucristo en la cruz sin su taparrabo de tela? (eso sería lo más seguro, ya que luego de ser víctima de las vejaciones y de arrastrar la cruz seguramente habría quedado totalmente desnudo), ¿hay algo de malo o indecoroso en ello? Sé que muchos al leer esto se les puede estar revolviendo la bilis y es entendible. Estos símbolos son “impolutos” y el sólo hecho de imaginarlos desnudos sería un acto irreverente. Pero ese sentimiento es la mejor demostración del condicionamiento dogmático que nos han inculcado. Esta visión religiosa ha sido tan fuerte y arraigada en la sociedad occidental que hemos desarrollado el pudor, lo cual no sucede en tribus del África donde es usual mostrarse al natural. Aquí es al contrario, si una mujer usa un escote prominente inmediatamente es catalogada de puta, y si a un hombre se le marca el pene a través del pantalón es un depravado (ambos casos pecadores insignes). A propósito del pudor, recuerdo haberlo sentido intensamente la primera vez que fui a una playa nudista. Eso fue hace unos 10 años en Orient Beach en la isla de Saint Marteen, me costó mucho deshacerme de mi traje de baño, pero una vez vencido el miedo fue una de las experiencias más liberadoras que recuerde haber vivido (si no lo han hecho se los recomiendo). Pero es precisamente el origen de ese miedo lo que me interesa resaltar, y fue debido a mis creencias impuestas desde niño sobre la desnudez, ¿les suena familiar?.


Pienso que el mayor de los daños que ha hecho la religión sobre el desnudo humano es señalar nuestro cuerpo como algo prohibido, y ya sabemos perfectamente como reaccionamos ante lo no permitido. Puesto que las partes púdicas son “pecaminosas” y deben taparse, no le queda más remedio al hombre y a la mujer que desarrollar la curiosidad de lo que hay ahí, de cómo “lo” o “la” tendrá. No en vano la pornografía es el comercio más fructífero en el mundo. En los casos más graves, esta estigmatización al desnudo puede ocasionar muchas perversiones producto de la misma represión. Todo es una cadena de eventos, ¿se imaginan un mundo donde sea permitido andar por la calle sin ropa alguna  sin temor a ser señalado o arrestado? Tendría que pasar mucho tiempo para adaptarnos a esa costumbre y se vea como “normal” lo que hoy es considerado como anormal.

Afortunadamente hay gente en el mundo que se encarga de enaltecer la desnudez. Spencer Tunick considera que el desnudo es un arte del cual no debemos avergonzarnos. Ya se ha hecho famoso retratando numerosos grupos de personas en entornos urbanos, inclusive estuvo en Venezuela donde logró una convocatoria bastante escasa, lo cual refleja nuestra mentalidad tan cerrada (yo no participé en ese evento porque no tuvo mucha publicidad, pero no pienso perderme esa experiencia la próxima vez). También es importante mencionar que existen grupos de personas en algunos países hispanos como: España, Chile y Argentina que practican el nudismo como un acto natural que forma parte de sus tradiciones. Acostumbran bañarse juntos, comer y realizar actividades al aire libre sin indumentarias molestosas, pero obviamente deben hacerlo en privado.


Mientras escribo este artículo estoy como vine al mundo, decidí hacerlo para conectarme con el tema, pero me estoy dando cuenta de que puede ser incómodo. El contacto directo de mi piel con la silla de cuero hace que sude mucho y literalmente “las tengo sancochadas”. De verdad reconozco la utilidad de unos buenos calzoncillos, pero esta sociedad no permite que ni siquiera pueda salir a botar la basura a la calle exhibiéndolos –me quedaré con las ganas de mostrar en público mis Dolce & Gabbana-.

En conclusión, como ser civilizado que soy me he acostumbrado a usar ropa, me gusta exhibirla en fiestas y reuniones, y algunas veces me hace sentir importante; pero no olvido que es mi cuerpo el que oculto tras esa vestimenta y no siento vergüenza de él. Comparto los códigos de comportamiento en sociedad, si no todo sería un caos, pero no comparto la creencia de que mis partes íntimas sean un pecado. Mucho menos considero indecente el nudismo, ya que la verdadera libertad no lleva velos impuestos y la intimidad comienza por descubrirnos nosotros mismos.

Escrito por: Rafael Baralt