¿Que
puede ser más polémico que hablar sobre la existencia de Dios? Ateos y
creyentes han mantenido una diatriba por siglos sobre este tema y hoy en día se
sigue especulando al respecto. Pero es que, seamos honestos, ¿Quién ha visto a
Dios?, ¿Quién ha demostrado científicamente su existencia? Todo lo que tenemos
son una serie de escritos que ponen de manifiesto la necesidad del ser humano
de creer en algo superior, algo que le de sentido a su vida y a ese algo le han
llamado “Dios”.
Después
de mucho investigar, y a través del contacto con las personas, he llegado a la
conclusión que la fe y la necesidad de creer son innatos en el ser humano. Nos
reconforta tener fe en que algo va a salir bien, fe en que seremos aceptados en
un mejor trabajo, fe en que ganaremos la lotería, fe en la palabra de alguien,
etc. Todos son actos de fe que de alguna forma dependen de nosotros, pero tener
fe o creer en algo superior como Dios va mucho más allá, pasa a otro plano, ya
no depende de nosotros, no podemos hacer nada por impulsar esa fe sino que
simplemente está allí y usamos esa palabra de “comodín” para condicionar
nuestra necesidad de creer: “Fe en Dios
de que sabrá guiarme”, “Fe en Dios de
que me curará”, etc. Y no siendo esto suficiente, si se cumple nuestra
petición decimos “Gracias a Dios”, reafianzando aún más esa creencia.
Entonces,
¿Quién es Dios sino un ser creado por nosotros mismos para darle más fuerza a
nuestra necesidad de creer? No cuestiono que esto esté bien o mal sino que
simplemente está presente en nosotros. Es indiscutible la seguridad y esperanza
que genera esta creencia en el ser humano. Es más fácil y cómodo entregarle ese
poder de sanación, de crear, de doblegar, de dar y recibir a ese ser superior,
a ese Dios. Por otra parte, las personas que no creen en la existencia de ese
“Ser Supremo” también tienen necesidad de creer pero simplemente no usan ese
comodín.
A
su vez, las religiones se han encargado de “adornar” la imagen de Dios
utilizándola a su conveniencia para ganar adeptos y como medio para infundir
miedo, sólo a manera de ejemplo: “Serás castigado por Dios si haces esto o
aquello”, “Eso no está dentro de las leyes de Dios”, “Si no sigues la palabra
de Dios irás al infierno”, etc. Todas estas frases tienen como fin crear un
estado de dependencia del individuo a su religión, pero este tema (La Religión ) será tratado ampliamente en otro
artículo del Blog más adelante ya que hay mucho que decir (y que desenmascarar)
al respecto.
Creer
en Dios debe ser una decisión personal, no impuesta, y no debería estar
condicionada por ninguna secta o religión. Invito a que cualquier persona que
esté leyendo este artículo y que se sienta parte de alguna religión se imagine
a Dios sin ese arquetipo. ¿Podrían hacerlo?, Alguna vez te has preguntado:
¿Como sería mi Dios o mi comunicación con él si no tuviera esta religión? Los
invito a que hagan este ejercicio de abstracción y que se atrevan a mirar un
poco más allá de las limitaciones impuestas por su iglesia o congregación.
Personalmente,
luego de muchas reflexiones y deslastrarme de falsas creencias, puedo decir que
creo en un Dios, pero también dudo de su existencia. No obstante, como soy
humano, tengo necesidad de creer y me he permitido construir una imagen de ese Ser
Superior a quien llamo Dios, porque estoy conciente de mi necesidad innata de
sentir fe, a la vez me siento cómodo y confortado de saber que puedo traspasar
ese poder a ese “algo” aunque no tenga la certeza de que se cumplirá mi deseo.
Mi parte racional me indica que “Dios no existe”, pero mi parte emocional me
dice “Ten fe y cree”. Las dos partes forman mi ser y son igual de importantes,
por lo tanto he decidido complacer a ambas manteniendo una posición neutral que
me hace sentir íntegro, equilibrado y fiel a mí mismo.
Y
tu amig@ ragunian@, ¿Que piensas al respecto?, comparte libremente tu posición sobre
el tema y nútrenos de tu verdad.
Escrito
por: Rafael Baralt